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En la Casa de la Provincia: Jornada 'Flamencos contra Franco. Homenaje a Francisco Moreno Galván', organizada por el Centro de Estudios Andaluces

La diputada provincial de Cultura, anfitriona hoy en la Casa de la Provicia durante la presentación del cartel, ha agradecido la dedicatoria a la Diputación de esta edición

 

La Casa de la Provincia de la Diputación de Sevilla acoge hoy la jornada 'Flamencos contra Franco. Homenaje a Francisco Moreno Galván', organizadas por el Centro de Estudios Andaluces, en colaboración con la Bienal de Flamenco, en homenaje a aquellos artistas que participaron a través de sus letras y su posición política en la lucha antifranquista y la consecución de la Autonomía para Andalucía.

'Flamencos contra Franco. Homenaje a Francisco Moreno Galván’ es una aproximación a un periodo clave de nuestra historia, la lucha contra el franquismo, que toma como referente la revolución que se gestó desde el mundo del flamenco y la cultura para la consecución de las libertades y del proceso autonómico andaluz.

En las jornadas participan a lo largo de todo el día de hoy más de una decena de expertos entre académicos, críticos, periodistas, músicos y profesionales del flamenco, para profundizar en el llamado “flamenco protesta”, que se remonta a los años de la Segunda República, la Guerra Civil y la posguerra, y que adquiere su máxima expresión durante la dictadura y en los años de la transición, hasta la llegada de la democracia.

En este periodo histórico, uno de los máximos representantes del compromiso político y social a través del flamenco fue Francisco Moreno Galván (La Puebla de Cazalla, 1925-1999). Pintor, poeta, diseñador y escultor, Moreno Galván fue un verdadero humanista de su tiempo, que revolucionó las letras del flamenco, siendo también descubridor y estrecho colaborador de algunos de los más importantes cantaores, exponentes del “flamenco protesta”, como José Menese.

A través de un acercamiento a su figura, una exposición y un recital de sus más celebradas letras, estas jornadas le rendirán homenaje con motivo de la conmemoración del 20 aniversario de su muerte, en 2019, y del 50 aniversario de la Reunión de Cante Jondo de La Puebla de Cazalla, un festival declarado de Interés Turístico de Andalucía que, impulsado por él y Menese, entre otros, arrancó en el año 1967 con una clara voluntad ideológica y política de devolver al flamenco su función de expresión y agitación social como un medio contestatario frente al franquismo.

Antonio Mairena, Juanito Valderrama, Manuel Vallejo, Guerrita o La Niña de los Peines fueron algunos de los cantaores rebeldes que lucharon con su voz para defender sus ideales, algunos incluso con las armas como Corruco de Algeciras, que perdió su vida durante la contienda. Cantaores de la libertad, de la República, de la bandera tricolor, que no corrieron la misma suerte. Obligados a adaptarse y a subsistir a duras penas como José Cepero y Ramón Perelló; otros no tuvieron más opción que exiliarse como Miguel de Molina, que marchó a Argentina, o en el peor de los casos, morir encarcelados o asesinados ante un pelotón de fusilamiento como el Chato de las Ventas.

El franquismo trajo consigo años oscuros para el flamenco, utilizado por el régimen para dotar al Estado de un folclore propio, previa adaptación y censura e interpretado sin esencia. Una suerte de “nacionalflamenquismo” que subrayaba sus aspectos lúdicos y triviales, postergando su naturaleza de quejío de un pueblo –el gitano– históricamente castigado. El flamenco “de verdad”, perseguido, pasó a la clandestinidad.

Es en los últimos años de la dictadura y, sobre todo, durante la Transición, cuando el flamenco reivindicativo resurge en toda su plenitud. El proceso de cambios que España vivió en la década de los años sesenta –con una nueva coyuntura socioeconómica favorecida por la aplicación de los Planes de Desarrollo y el fomento del turismo, principalmente– ofrecía un cierto grado de apertura al aislacionismo. Aquella España comenzaba a contemplarse en el espejo de Europa y a incorporar costumbres propias de la sociedad de consumo: cine en tecnicolor, impacto de la televisión y de la publicidad, primeros automóviles utilitarios y electrodomésticos, etc., mientras los jóvenes asimilaban nuevos productos culturales: la música rock y pop, las neovanguardias artísticas y modos de vida underground que en otros países ya movilizaban a amplios colectivos sociales.

La sociedad experimentaba una transformación que se tradujo en nuevas corrientes de renovación artística y el flamenco, lejos de permanecer expectante, se vio influido por tales cambios como la literatura, la pintura, la arquitectura o el teatro. En este periodo son muchos los artistas flamencos que cantan a la libertad y la justicia, a la democracia y al autonomismo andaluz, muchas las “voces que no callaron”, parafraseando el título del libro-disco del cantaor granadino, investigador y escritor Juan Pinilla: Enrique Morente, José Menese, Juan Peña ‘El Lebrijano’, El Cabrero o Manuel Gerena, considerado de entre todos los flamencos que decidieron prestar sus voces a la lucha contra el franquismo como el estandarte del “flamenco-protesta”. Gerena, el “cantaor de la Transición”, visitó los calabozos más de trescientas veces. “Mientras tenga que cantar soy un cantaor que no me callo… Si la voz me corta un rayo, me sobra voluntad para seguir siendo un gallo”.

“Pese a los múltiples mecanismos que la dictadura franquista ideó para cercenar la libre expresión –prohibir o cambiar letras, cancelación de recitales y retiradas de pasaporte– hubo grietas por las que la maltratada esfera cultural consiguió deslizar sibilinas muestras de disidencia que, en mayor o menor medida, mantenían en constante alerta al departamento encargado de velar por la supervivencia de la paz interior del Régimen”, explica la profesora de la Universidad de Sevilla Sara Pineda, experta en el estudio de la reivindicación social y política en los textos del flamenco y participante en estas jornadas. “Durante este periodo no fueron pocos los cantaores flamencos que prestaron sus gargantas a la tarea de denunciar del modo más explícito que la censura les permitía, la arbitrariedad, crueldad e injusticias cometidas por aquel régimen impuesto”.

Por su compromiso con la lucha por la libertad y la democracia, en esta generación de “subversivos” podrían incluirse también a los bailaores Mario Maya y Antonio Gades o a los creadores teatrales Juan Bernabé y Salvador Távora. El primero como fundador del Teatro Estudio Lebrijano, fue uno de los grandes innovadores de la escena andaluza junto a Távora, que incorporó a las tablas un nuevo imaginario flamenco con ‘Quejío’, un aldabonazo para la lectura del flamenco sin folclorismos.